He conseguido hasta ahora mantener la libertad de conciencia por la que tanto luché. He vivido en primera línea los acontecimientos durante 55 años, muchos de ellos desde la atalaya privilegiada de la revista Ajoblanco. Desde el año 2001, no me dejan escribir con regularidad en ningún diario, me temo, porque sé cosas que no conviene articular sin sumisión a las ideas que los diferentes jefes tienen de la realidad social. Estoy acabando un libro y, haciendo limpieza de papeles, me he reencontrado con multitud de notas pensadas para artículos que nunca llegué a hacer por no tener dónde publicar.
Hoy comienzo uno, y lo hago a través de redes, sin blog ni web, como experimento.
Catalunya, junio 24.
Cuando Catalunya está en decadencia, un presidente conciliador, pacifico, que sabe mirar y dialogar sin insulto a derecha e izquierda como Salvador Illa, es más necesario que nunca. El post procés no ha conseguido despertar Catalunya aunque sí ha calmado la furia de los antagonismos. En Catalunya no hay médicos suficientes y si la sanidad funciona es porque llegan médicos sudamericanos y de otras partes. Y aun así falla el cupo necesario para que el enfermo sepa que está en buenas manos. Faltan electricistas, carpinteros, fontaneros, fabricantes productivos, ascensoristas, vigilantes de líneas férreas, técnicos de todo tipo. Los pueblos catalanes se están quedando sin comercios, los payeses sin ganas de cultivar la tierra porque ganan menos que un camarero de playa; los granjeros no pueden hacer pastar al ganado y dependen del precio de los piensos, mientras crecen bosques a lo loco que se beben el agua que ha de llenar los ríos y que facilitan la multiplicación de incendios forestales. Los alumnos de secundaria no aprenden matemáticas y han dejado de leer a los clásicos, tampoco saben que ocurrió en 1931, en 1936, en 1945, en 1976-1977, en 1994, en 1911. Y sin memoria el futuro repite los errores del pasado como ya se ve en el parlamento del Estado. Los podemitas tratan en universidades y en museos de arte contemporáneo de reescribir la historia de España y de Catalunya y desterrar para siempre a autores, historiadores, cronistas, novelistas y a toda la cultura anterior que no se avenga a la ideología de los nuevos relatos cargados de una demagogia que poco tiene que ver con lo real y con el contexto que generó los hechos.
Da tristeza el espectáculo protagonizado por políticos que no hablan de hechos ni de situaciones reales, que no resuelven los problemas cotidianos de la ciudadanía ni transmiten ilusión para que la sociedad civil recupere el pulso de crear verdadera riqueza sin propulsar la semiexclusiva de un país de turistas, camareros y franquicias. Políticos mediocres que pierden el tiempo en un baño de insultos y estrategias hasta conseguir la mano más larga, crear voto cautivo y seguir en el poder para sentirse importantes, tener chofer, buen sueldo y copar los titulares de los diarios, de las redes y de las TV. Ante esto, imploro la rebelión del ciudadano. Hay que ir a por ello con inteligencia, astucia y trabajo sentido.
Pepe Ribas. Uno de Junio 24.

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