Es cierto que cuando una mariposa aletea a miles de kilómetros, un huracán puede terminar devastando el mundo. Lo sabíamos, y la pandemia del Covid-19 lo ratifica. En los inicios de la cuarta ola, ya hemos entendido que la crisis del coronavirus tiene efectos mucho más graves que la burbuja tecnológica de 1999, la del SARS de 2003, o la desregulación financiera de 2008. Poco después, como ahora, se habló que nada sería igual y todo un presidente francés, condenado el pasado mes de marzo a tres años de prisión por tráfico de influencias y corrupción, reclamaba "refundar" el capitalismo.
El efecto mariposa está en cada crisis pero la confortable preferencia por la miopía política nos descabeza el hilo de interpretación de lo que está pasando. La tentación de reducir nuestro círculo exclusivo de intereses de Salses a Guardamar, y de Fraga a Maó, aumenta la desolación de ver como a la consejera Dolors Bassa y la presidenta Carmen Forcadell se les arrebata el tercer grado. Como decían los cuadernos escolares, su codiciada comunión con el unionismo, conocida como reinserción y reeducación, "no progresa adecuadamente". Pero si se mira un poco más allá, se adivinan unas alas de mariposa: pierden el tercer grado porque son una pieza más del juego de unas elecciones madrileñas sobrevenidas por la acometida de derechas ultramontanas. Ni régimen penitenciario más leve, ni indultos, ni amnistía. Todo queda aplazado sine die. No hay que dar munición al enemigo.
Sin embargo, digan lo que digan las encuestas, no me puedo creer que la Isabel de la saga de milagreras pueda conseguir ninguna mayoría ,ni Vox mediando. No, para quien ha publicitado (anuncios carísimos, sanidad de pena) una dolce vita sin controles ni restricciones para jóvenes europeos. No para quien ha consolidado Madrid como capital del dumping fiscal (el cerebro privatizador de la sanidad pública de Aguirre, Javier Fernández-Lasquetty, es ahora titular de Hacienda de Ayuso). No para quien compara, desde la impunidad, la masacre perpetrada en los geriátricos con la ley de la muerte digna. Sólo una cara-girada salida del museo de los autómatas puede hacer ver que no entiende como la gente de bien se altera tanto por la muerte de los ancianos ... si son partidarios de la eutanasia.
Ayuso quiere ganar para agrandar su bandera. Quiere ser la Trump madrileña con la ayuda de Toni Cantó, gran consumidor de chaquetas diversas. Y las encuestas (interesadas) dicen que lo puede conseguir, deglutiendo a Ciudadanos y metamorfoseandose en hooligan de Vox. No le costará mucho.
Frente a esto , un presidente de gobierno suple las carencias de su cabeza de lista, aislado en la metafísica. Juega la carta de la "operación Kamala" con Hala Jalloul, secretaria de migraciones. Propone un cambio muy "centrista" y de buen ver, por pobres de espíritu, porque las principales funciones del gobierno al que pertenece son blindar fronteras y deportar. Y deportar es precisamente lo que pide la derecha ultramontana para Serigne Mbaye, de la lista de Unidas Podemos y miembro de la cooperativa de manteros. Dice Mbaye: "Sé muy bien qué cosas hay que cambiar: el transporte, la educación, la necesidad de intérpretes en los hospitales, el trabajo precario ..." Y aún así, a Ángel Gabilondo no le sirve pactar con la lista de Iglesias.
Mónica García, médica del 12 de Octubre, es la cabeza de lista de Mas Madrid. Hizo frente al intento de privatización de seis hospitales públicos de Lasquetty con una movilización ejemplar, larga y dura, en la que denunciaba que "los objetivos de nuestros gestores no son los pacientes, son los votantes. Por eso hacemos hospitales que no necesitamos y no llevamos el dinero a donde hace falta ". Ayuso no parece que lo haya escuchado.
La candidata de Más Madrid tampoco se mordió la lengua cuando Iglesias le ofreció hacer lista conjunta: "Las mujeres estamos cansadas de hacer el trabajo sucio y que, en los momentos históricos, nos pidan que nos apartemos".
La gente de Madrid no se merece un gobierno de Ayuso. Por eso viene a cuento recordar a Liliana Segre, la senadora italiana que hizo un discurso duro y sabio ante el Parlamento Europeo en el Día Internacional del Holocausto de 2020. En veinte minutos de emoción, Segre explicó su supervivencia en Auschwitz . Para que las generaciones más jóvenes no olviden nunca el horror. Y para seguir militando en el antifascismo.Confesó que no recordaba el nombre de una niña del campo que dibujó una mariposa amarilla volando sobre las vallas de alambre de espino. Su deseo de nonna para los más jóvenes es que esta mariposa de paz, la que no hace crecer el dolor sino la esperanza y la dignidad, no deje nunca de volar.

Muchas Gracias, Pastora! Vaya privilegio tu traducción. Un besazo enorme.
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